|4 Abr 2019

Más allá de la recolección de granos Al spa con la cosechadora

El experto en cosecha de Inta Salta, Ing Agr. José Peiretti, presentó un informe resultante de la tarea desarrollada por técnicos de los INTA Salta y Manfredi, en el que detallan de manera clara y didáctica algunas claves para evitar pérdidas en la cosecha de granos, principalmente de soja y maíz. También se dan recomendaciones refieridas a la limpieza de los equipos y a la organización del movimiento de los mismos en el lote.

Regular de manera adecuada la máquina de acuerdo a la situación de cada lote, medir pérdidas durante el trabajo y corregir los errores son el camino para lograr una cosecha eficiente, explica el informe.

Durante la campaña 2017/18 la cosecha de cultivos soja y maíz se anotaron pérdidas de 2,27 y 1,27 millones de toneladas, respectivamente. Para la presente campaña las estimaciones presentan una tendencia alcista, debido al aumento de superficie y a los resultados de las evaluaciones preliminares de pérdidas de cosecha registradas por técnicos del INTA.

Frente a esta situación alarmante, es importante repasar algunos conceptos fundamentales al momento de encarar la cosecha de lo que se presenta como una de las campañas más productivas de los últimos años.

La velocidad de la cosecha. La evolución tecnológica en los sistemas de trilla, separación, limpieza, autoguiado y registro de datos geoposicionados, entre otros, han revolucionado el concepto integral de cosecha mecánica de granos, pero no ha modificado el hecho de que en la soja -el cultivo más importante del país-, el primer elemento mecánico que toma contacto con el cultivo es la barra de corte y que el concepto, funcionamiento y factores que afectan su eficiencia, no han tenido grandes cambios.

La calidad del corte se ve directamente afectada por la velocidad de avance. A mayor velocidad, más largo será el recorrido de la planta, impulsada por la cuchilla hasta el puntón donde se efectúa el corte. Eso significa que el movimiento lateral y hacia delante de la planta será mayor, lo que incrementará el desgrane y las pérdidas por cabezal. Es importante destacar que el 70% de las pérdidas de cosecha en soja, están provocadas por el cabezal.

Asimismo, mientras menos humedad posea el cultivo a cosecha, habrá una mayor tendencia al desgrane en el corte, y será más susceptible al aumento de velocidad de la cosechadora.

¿Qué pasa en el maíz? Si la barra de corte del cabezal es el elemento crítico en el cultivo de soja, las placas espigadoras lo son en la cosecha de maíz. En la eficiencia de uso de este elemento, se combinan diferentes factores: contenido de humedad, rendimiento, consumo de combustible y demanda de terminar el trabajo cuanto antes.

Las placas espigadoras deben extirpar la espiga de maíz del tallo y dejar el resto de la planta en el terreno. Si no combinamos correctamente la velocidad de avance con la velocidad de trabajo del cabezal (cadenas y rolos), observaremos un efecto de empuje o de arrancado de la planta por parte del cabezal, lo que provocará caída de espigas o bien arrancado de la planta.

La forma de evaluar el trabajo de un cabezal maicero en el terreno, es ubicarse en la parte posterior de la máquina y observar el tipo de material que despide por la cola. En un trabajo adecuado, deberían verse únicamente marlos limpios -y enteros en una situación ideal- y restos de chala. En cambio, si despide restos de caña y hojas, o si observamos tallos arrancados o cortados en la línea de siembra, significa que el maicero está trabajando mal y que la combinación velocidad de avance, separación entre placas espigadoras y velocidad de rotación del cabezal es inadecuada.

Esta evaluación debe ser combinada con la metodología de medición de pérdidas de cosecha propuesta por el INTA, recomienda el experto.

Minimizando daños y planificando recorridos. Entre el fin de la cosecha fina y el comienzo de la gruesa, deberíamos sumar a las tareas de puesta a punto y refacción de componentes del equipo de cosecha, la rectificación de los elementos que toman contacto con los granos en el interior de la máquina.

De esta manera se reduce el porcentaje de daño mecánico en los granos cosechados.

El especialista recomienda rectificar los elementos de trilla y de los mecanismos que mueven el grano, como tubos de descarga y sinfines. El roce con el grano es altamente abrasivo y provoca desgaste del metal lo que aumenta el daño mecánico de los granos. Este trabajo se debe realizar en la cosechadora y en los órganos de descarga de la tolva.

Otra recomendación del experto es que, antes de comenzar el trabajo observar la forma del lote -ancho y longitud-, y considerar el ancho del cabezal, la cantidad de equipos, de tractores y acoplados tolva. Así se podrá planificar un sector de descarga de acuerdo a los tiempos de llenado de la cosechadora, para evitar así la circulación innecesaria de los equipos de apoyo a lo largo del lote. Esto ayuda a conservar el suelo y a disminuir pérdidas de cosecha que ocasionará la baja de rinde que veremos en la campaña siguiente debido a la compactación superficial del suelo.

Diseñar el recorrido de la cosechadora para evitar la circulación innecesaria de los equipos de apoyo por el lote. Esperar a la cosechadora en la cabecera o bien en una “plaza de descarga” en el medio del lote, es una práctica altamente recomendable, señala el experto.

La limpieza no se negocia. Si observamos los mapas de distribución de malezas resistentes de Argentina de campaña sobre campaña, veremos cómo los primeros focos de contaminación coinciden con las principales rutas de circulación de norte a sur y este a oeste de nuestro país, por donde se mueven los equipos de cosecha de una zona de trabajo a la siguiente durante las campañas.

Esto señala a las cosechadoras como uno de los principales vectores de contaminación y traslado de semillas de especies de malezas resistentes a herbicidas.

Limpiar la cosechadora entre lotes es considerablemente más barato que los controles químicos, y es un tratamiento preventivo frente a la contaminación con malezas, explica Peiretti. Y recomienda comenzar la limpieza con un soplado a conciencia, desde la barra de corte hasta el sistema de distribución de residuos, limpiando el interior de los órganos de la cosechadora tanto como sea posible.

A continuación, desmenuzar un fardo de heno y mediante el embragado del sistema de trilla y separación, hacer que la máquina lo procese. El flujo de heno a través del sistema de la cosechadora arrastrará las semillas de malezas que hayan sobrevivido al primer soplado. El proceso debe terminar con un último soplado a conciencia, nuevamente desde la barra de corte hasta la cola de la máquina, finaliza Peiretti.

 

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