|18 Jun 2019

Con plataformas amigables e intuitivas, la agricultura de precisión se simplifica

La gestión de la información es una continuidad. Se genera, se procesa, se aprovecha; se genera, se procesa… y así. De siembra a cosecha, de cosecha a siembra. Lo importante con la generación de datos es qué se hace con ellos. La clave es darle valor a esos datos, que no queden en un pen drive en la guantera de la camioneta o la cosechadora.

Hoy la “traducción” de los datos recolectados en información útil se ha simplificado. Se han diseñado plataformas mas amigables e intuitivas como también han ido surgiendo empresas que ayudan a traducir los datos en información.

“Lo primero que hay que hacer es calibrar los monitores de rendimiento, porque con los datos que se recolecten en cosecha se pueden tomar muchas decisiones que van a ayudar tanto en lo económico como en la sustentabilidad a la empresa agropecuaria”, relató el asesor y contratista rural, Julián Muguerza. Esto lo dice porque muchas veces sin esta calibración ya se parte de un dato erróneo, es como hacer mal los cimientos de una casa.

Muguerza cree que los mapas de rendimiento están subvalorados. “La cosecha es la finalización del ciclo productivo, es el momento se obtiene el dato final de cuánto rindió cada porción de nuestro campo y este dato es fundamental para después para armar la planificación de las rotaciones y la fertilización la campaña siguiente”, manifestó el asesor.

Así las cosas, por ejemplo, a partir de un mapa de rendimiento se puede calcular la extracción de los nutrientes principales. En el mediano plazo, entonces, se puede proyectar qué pérdida de nutrientes hay y cuál puede ser el próximo nutriente sobre el que habrá problemas y necesidad de reposición. “Esto permite por ejemplo a cosecha, mandar un camión con granos al puerto y que cuando vuelva traiga el fertilizante que sabés vas a necesitar, con lo cual estás haciendo una compra anticipada seguramente a menor precio y estás aprovechando el flete”, explicó Muguerza.

El uso integrado de imágenes satelitales y los datos que generan los sensores de los fierros es decisiva para ajustar el manejo.

El uso integrado de imágenes satelitales y los datos que generan los sensores de los fierros es decisiva para ajustar el manejo.

Pero además se puede calcular el carbono que se está aportando a ese suelo, o sea cuánto de materia orgánica potencialmente se está poniendo y que después se va a descomponer.

Durante mucho tiempo hubo una gran acumulación de datos con los que no se sabía qué hacer. “Hoy existen herramientas para recopilar esos datos, convertirlos en información útil y dejarlos rápidamente a disposición del ingeniero, el asesor, o el mismo productor, para ejecutar la toma de decisiones”, se entusiasmó Muguerza.

Malezas a raya

En tiempos de barbechos, una herramienta que está creciendo es la pulverización con herbicidas de manera selectiva.

Las aplicaciones sitio-específicas para combatir malezas son una innovación por ahora poco difundida pero en pleno crecimiento. Su poder de “seducción” es tanto por el ahorro económico que se logra como por la sustentabilidad. “Se logran ahorros de 60-70 por ciento de producto, estos son datos de unos 300 equipos que están trabajando en todo el país”, reconoció Muguerza.

“Siempre para que baje naturalmente la cantidad de malezas y plantas guachas conviene esperar las primeras heladas y después sí hacer la pulveirzación selectiva”, indicó el asesor.

Una de las estrategias que está usando Muguerza es la doble cañería. “En una cargamos para la selectiva con productos más caros y mayor dosis, y en otra la completa tradicional con productos residuales de menor valor como metsulforones o atrazinas que permiten cubrir 30-60-90 días para las malezas que irán naciendo”, relató.

Siembra eficiente

Pensando en la siembra de trigo, Muguerza contó que una de las prácticas que se están haciendo en barbechos cortos es “usar los mapas de rendimiento para aplicar fósforo al voleo y reponer lo que nos llevamos”. Así, ya pueden corregir fósforo y a veces calcio antes de la siembra para liberar la sembradora durante el proceso de implantación. Incluso de esta forma es más fácil hacer una reposición variable, algo difícil de hacer en la sembradora.

Muguerza recomendó siempre usar un arrancador con buenas mezclas químicas, mezclas de alta disponibilidad de los nutrientes pero tratando de bajar las dosis para evitar dejar sólo una banda fertilizada y lograr una fertilización más homogénea. “Liberar una sembradora poniendo un arrancador y semilla es mucho más práctico”, resumió Muguerza.

Y en algunos casos están probando densidad variable de semilla en trigo. “Apuntamos a esos ambientes donde tenemos menor capacidad de retención hídrica que sabemos que vamos a tener menor macollaje y buscamos compensarlo con una dosis de semilla más buscando más espigas principales”, dijo Muguerza.

Contratistas y computadoras

Consultado sobre su visión respecto de la incorporación que hacen los contratistas (sus colegas porque él también es contratista) de estas últimas tecnologías, Muguerza lo comparó con el mercado de computadoras.

“Muchas veces se termina comprando y pagando tecnología que no se necesita, que está subtilizada por desconocimiento, esto pasa cuando se compra una computadora y cuando se compra una máquina”, dijo el asesor.

“Si el que contrata el servicio no sabe demasiado, o si el que presta el servicio no puede explicarlo, contar ese plusvalor que tiene la tecnología con la que trabaja y por la que pagó más, entonces todo parece lo mismo, pero no lo es, ni la computadora ni, por ejemplo, una siembra o una pulverización”, opinó.

En este sentido, Muguerza consideró que “todavía muchos contratistas incorporan tecnología porque se las exige alguien que en realidad no sabe por qué se lo exige, y encima tampoco se las paga ni valora correctamente”.

Muguerza describió entonces un sector que es “reactivo a incorporar tecnologías, las incorpora, pero no porque las estén usando en su proceso de producción”. Hay una disociación entre comprar las tecnologías y usarlas. Por eso, el asesor consideró que se necesita un proceso de educación tanto para los que venden los equipos, “que muchas veces no ayudan”, los que compran que son el principal cliente, y los que contratan el servicio, que tienen que valorar mejor esa tecnología.

“La educación del que requiere los servicios es un trabajo duro pero somos los contratistas los que tenemos que saber explicar y valorar, antes que nadie, lo que hacemos”, opinó Muguerza.

El asesor brindó un ejemplo. No es lo mismo una siembra neumática, con motores eléctricos, dosificadores y caños precision planting, que una siembra a placa sin todo esto.

“A los clientes les decimos que la siembra les puede salir gratis, ¿Cómo? Empieza comprando bolsa sin calibre en pre campaña, ahí te ahorraste 25 dólares, la mitad de lo que me tenés que pagar a mí, la otra mitad te la ahorrás con los cortes en cabecera porque no se superpone la siembra, la mejora en el planteo de la implantación y la mejora en el rendimiento”, resumió Muguerza. Y agregó: “Todavía tenés el plus de que si querés hacer dosis variable está dentro del paquete que ofrecemos”.

Como cierre, el asesor y contratista consideró que “la incorporación de las tecnologías de insumos es más rápida, la de procesos es más lenta”. Así, la siembra directa tardó 40 años en abarcar el 100 por ciento de la superficie. “Probablemente tarde 30 años en incorporarse todas estas tecnologías de agricultura de precisión”, concluyó.

Fuente: Clarín

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